Existen muchas formas de exponer una fotografía; técnicamente hay métodos y mediciones específicas que funcionan para “poner” la cantidad correcta de luz de acuerdo a los valores exposición (EV) que se han definido como adecuados. Pero el tener una imagen técnicamente bien expuesta, no es necesariamente la visión que el fotógrafo desea transmitir.
La parte artística de la fotografía nos permite explorar el medio de una forma creativa, alejándonos de lo técnicamente correcto. Es por eso que se han acuñado términos como: clave alta y clave baja, imágenes deliberadamente sobre-expuestas (mucha luz) y sub-expuestas (poca luz) respectivamente. El fotógrafo es libre de dejar el canon para presentar una visión particular en sus imágenes.
Todo esto se resume en el dominio de la exposición. Controlar de forma específica cuánta luz queremos en la fotografía nos permite esconder o resaltar aspectos específicos, así como llevar la vista del espectador a aquello que deseamos comunicar.
El tema de la exposición para un retrato no es sencillo de atacar, por lo cual hoy exploraremos la cantidad adecuada de luz dependiendo del tono de piel y género de nuestro sujeto.
Como punto de partida, cuando hacemos una fotografía de una mujer, tratamos de hacerla lucir lo mejor posible, por lo general se maquilla y peina para la ocasión; deseamos quitar imperfecciones en la piel, evitamos ojeras y arrugas. En cambio cuando tenemos a un hombre, el paso del tiempo y las imperfecciones le brindan carácter al sujeto. Por lo tanto la cantidad y tipo de luz será diferente para cada uno. También es importante prestar atención al color de piel, si no lo consideramos, podemos hacer que la piel no tenga ese brillo y tono natural.
Tomemos como ejemplo las siguientes fotografías
Ambas fotografías tienen un esquema de iluminación similar, una luz principal muy suave al lado derecho de la cámara, un rebote color blanco a la izquierda de la cámara y en el caso de la fotografía de la derecha, hay una luz de separación a la izquierda de cámara y atrás del sujeto.
Analicemos ahora la cantidad de luz. Es evidente que la fotografía de la izquierda tiene mucha más luz, casi al borde de la sobre-exposición, pero no estamos perdiendo ningún detalle en la textura de la piel, y tenemos tonos negros muy profundos, pero no en el rostro.
Debido a que deseo quitar la mayor cantidad de imperfecciones en el rostro y que el tono de piel es muy claro, estoy llenando intencionalmente de luz al sujeto, mientras más luz hay, eliminamos arrugas, poros en la piel e imperfecciones, dejando tonos más brillantes y sombras menos profundas.
La fotografía de la derecha por lo contrario, está casi sub-expuesta, y logramos mantener todo el detalle de la piel en el rostro. Ahora hacemos lo contrario, para dar más carácter al sujeto y aprovechando su tono de piel sub-exponemos la imagen, no nos importa si tenemos poros abiertos, cicatrices o arrugas, eso ayuda a darle un estilo particular. Es importante notar que no perdemos detalles y tenemos también tenemos tonos muy claros como en los labios y la frente.
Si dejara la misma exposición en ambas imágenes se verían algo así:
Como pueden darse cuenta, es un cambio enorme, los colores no son tan naturales y coherentes con la realidad de cada uno de los sujetos. Quiero hacer la precisión que hice una rápida manipulación con curvas en photoshop para aproximar la exposición.
Detrás de esta técnica hay una razón muy particular, y es que la cámara tiende a medir la cantidad de luz para obtener un tono de gris conocido como gris al 18%, el cual tiende a oscurecer el blanco y aclarar el negro. Por lo tanto mi recomendación es sobre-exponer un poco a las mujeres y sub-exponer a los hombres. ¿Es una regla? NO, definitivamente no es una regla, habrá situaciones en las que deseamos sub o sobre-exponer un retrato sin importar si es una mujer, un hombre, niña o niño. Al final la fotografía presenta la visión particular de cada fotógrafo. El secreto es hacerlo conscientemente.
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