Técnicamente, el grano fílmico, son cúmulos de cristales de haluro de plata suspendidos en la película fotográfica, que es una superficie transparente hecha de acetato de celulosa o poliéster. Esta es una definición muy simplificada, pero podríamos llevarnos varios artículos hablando de los tecnicismos involucrados, y por el momento, no es el caso.
El término “grano”, forma parte del lenguaje fotográfico desde siempre. Pero siendo estrictos, esta expresión solo aplica para la fotografía realizada con película. La fotografía digital no tiene grano, ya que no utiliza una película como medio para retener la imagen, usa un sensor.
En la película fotográfica, el grano está distribuido de una manera aleatoria; en cambio, los sensores digitales, tienen un arreglo uniforme de fotositos perfectamente cuadrados que captan la luz y la traducen en corriente eléctrica de diferentes magnitudes.
Los cristales foto sensibles de haluro de plata, se oscurecen al ser expuestos a la luz mediante la cámara. Si el tamaño de estos cristales es pequeño, la película requiere más luz para generar una imagen, pero tendrá mayor definición. Caso contrario, si los cristales son de mayor tamaño, la imagen requiere menos luz para formarse, por lo tanto, puede ser usada en condiciones de iluminación baja, pero se intercambia sensibilidad por definición. Estos valores de granularidad, se miden mediante el ISO, y cada rollo de película tiene un ISO en particular.
De la misma forma, los sensores de las cámaras digitales tienen diferentes valores de ISO; la diferencia es que no se debe de cambiar de sensor para aumentar o disminuirlo, como en el caso de los rollos de película. En los sensores digitales, mientras más bajo es el valor de ISO, menor sensibilidad de este a la luz, y la calidad de la imagen y del color será mayor. Al subir la sensibilidad del sensor, la calidad de la imagen decaerá y el color comenzará a ser contaminado por dos tipos de ruido: ruido de luminancia (muy parecido al grano de la película) y ruido de color (que genera colores falsos en la imagen, especialmente en los tonos cercanos al negro).
De forma práctica, un ISO alto nos permite tomar fotografías en condiciones de iluminación baja y un ISO bajo nos permite hacerlo en condiciones donde hay mucha luz. Un ISO alto traerá granularidad y un ISO bajo, no.
Vivimos en un mundo de cámaras con sensores con la capacidad de capturar billones de colores y lentes con óptica nunca antes vista. La perfección de las imágenes resultantes se vuelve tan abrumadora, que algunos críticos y fotógrafos consideran la fotografía actual estéril; “dicen que le falta ‘alma’”. Y es en este punto donde el grano juega un papel importante.
La fotografía se ha desarrollado con una serie de expectativas visuales propias del medio de captura (película) y de exhibición (impresión). Estamos hablando de un medio artístico muy joven, los clásicos de la fotografía han trabajado con métodos análogos, y no es hasta la última década del siglo XX que la fotografía digital llega a las masas.
Tenemos un gran bagaje visual conformado de imágenes plasmadas mediante película, con la naturaleza aleatoria del grano y el papel. Sabemos cómo debe de verse una fotografía, y no hablo de lo que hay en la imagen, sino de aquellos elementos que la conforman: luz, sombras, color, textura. Esta última es la que se relaciona de forma íntima con el grano. La textura en la imagen es la que importa, no la del sujeto fotografiado; hay que diferenciar entre ambas pues la segunda es inherente al objeto y podemos manipularla mediante diferentes procesos: maquillaje, dirección de luz, modificar el objeto, etc. Pero la textura de la película está fuera de nuestro alcance, podemos exagerarla o reducirla con procesos de revelado, pero siempre estará ahí, sin el grano no hay fotografía, recordemos que son estos cúmulos de cristales los que generan la imagen.
Hemos abrazado la idea de que todas las fotos tienen esta cualidad orgánica y aleatoria. Esto es lo que le confiere una importancia estética tan grande al grano. Pocos nos detenemos a analizarlo en una imagen, pero cuando no está presente, se nos revela una fotografía que, a nivel subconsciente, resulta artificial.
El grano resulta particularmente atractivo cuando las imágenes se presentan en blanco y negro; incluso la reducción de definición las vuelve pictóricas, casi puntillistas; en otras ocasiones, las vuelve vaporosas. El grano también cuenta una historia dentro de la fotografía, agregando una capa extra de complejidad al concepto de la imagen.
Pero ¿qué es lo que evoca el grano fílmico? Principalmente nos lleva a una época diferente, nos acerca a esa nostalgia de las fotografías de nuestros padres y abuelos. El poder contar nuestras historias modernas con un velo de pasado y elegancia, es lo que ha obligado a la fotografía digital a incorporar al grano en su lenguaje. Es cierto que algunas soluciones para simular emulsiones fotográficas no son una maravilla, pero hay ejemplos muy convincentes, como lo ha demostrado Fuji.
Al final, el grano fílmico es una herramienta más del fotógrafo. Me resulta gracioso que en todas las generaciones de alumnos a las que les he impartido clases, siempre hay alguien que cree que el ISO, y sus valores superiores a 1600, son el origen de todos los males; pero mi consejo siempre es el mismo: “Es preferible tener una fotografía con grano de ese evento que jamás se repetirá, a no tenerla.”
0_0
Para más información o si deseas asistir a mis workshops puedes buscarme en Instagram o enviar un mail.